EL COMITÉ INTERCENTROS EMASCULADO.

Cuando en 1951 la pensadora judía-germana Hannah Arendt finalizó su magna obra “Los orígenes del totalitarismo”, plasmó en dicho libro la idea de que el totalitarismo consiste –entre otras fundamentaciones- en un sistema en el que los códigos morales imperantes son reinterpretados. En dicho proceso, lo hasta entonces democrático pasó a constituir, sin solución de continuidad y sin vulnerar de forma taxativa lo preceptuado en las leyes de la época, una construcción sociopolítica esencialmente distinta, básicamente antidemocrática y con una profunda orientación totalitaria.

Traemos esto a colación, a raíz del pleno del Comité Inter-centros (C.I.) del pasado día 20 de Diciembre y de la dimanante constatación de que el modelo tradicional –democrático y representativo- de negociación de nuestro Convenio se ha transformado en un modelo presidido por una reglas “morales” reinterpretadas, donde las normas de la representación legal de los trabajadores han sido sustituidas por otras, divergentes e incluso contrarias a los principios democráticos originarios.

Algún observador atento a esta realidad, siguiendo a Hannah Arendt, podría preguntarse si no nos encontramos ante una deriva ciertamente totalitaria, al haberse invertido los términos habituales de la negociación basada en la representación, que es otorgada por una voluntad democrática expresada en las elecciones sindicales. Ciertamente ni el CEV, ni su prórroga, han sido negociados por nuestros representantes legales, sino por personas ajenas a la realidad de Telefónica, en todo o en parte, tanto da.

Además ha quedado constatado que el C.I. de Telefónica de España ha sido emasculado –o castrado- de todas sus competencias negociadoras, y que todas las posibles mejoras, los cuestionamientos o las aportaciones hechas por los legítimos representantes de los trabajadores, han quedado desestimadas o simplemente han sido ignoradas.

Los sindicatos mayoritarios, socios de la empresa, han acudido raudos en auxilio del poderoso, a rubricar sin empacho alguno, una prórroga que por unos motivos o por otros era importante para la empresa, quizá para poder vender una imagen de paz social, construida bajo la complicidad y la claudicación de dichos sindicatos mayoritarios.

Ciertamente no seremos nosotros desde STC-UTS, los que critiquemos la prórroga de un PSI que parte del respeto a los criterios de universalidad, voluntariedad y no discriminación –y siempre que en la práctica estos principios se respeten de forma escrupulosa-, pero desde luego no podemos compartir las formas autoritarias, la falta de representatividad de los negociadores por parte de los trabajadores y trabajadoras y la opinión y la sospecha que se va extendiendo por ciertos ámbitos de que existen intereses ocultos tras de la firma exprés de la prórroga de nuestro convenio.

Como ejemplo de ello baste citar que pese a la polémica suscitada por el injustificable –y lamentable- retraso de la aplicación de las vacaciones rotativas, el estudio de este asunto quedó relegado por la firma de una prórroga para la que todavía restaba más de un año de posible negociación, no habiendo querido aprovechar ese tiempo para introducir las necesarias mejoras en el texto del CEV, en un proceso que se califica por sí mismo, y que como poco ha sido penoso.

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